Fases de análisis de un proyecto

FASES DE ANALISIS DE UN PROYECTO.

1. Análisis de participación. Se trata de un primer paso esencial que definirá de forma global los indicadores, grupos y entidades involucradas en la intervención. El análisis de participación debe mostrarnos los principales problemas, intereses, fortalezas, debilidades y relaciones de los distintos actores que de forma directa o indirecta se verán implicados en el proyecto. Así mismo debe delimitar de forma más concreta y definida los beneficiarios del mismo y en consecuencia marcar pautas a la hora de seleccionar aquella alternativa de acción más ajustada a los mismos.

2. Análisis de problemas Tomando como punto de partida la información obtenida en el análisis de participación y la selección de beneficiarios realizada se identificarán los principales problemas de éstos hasta obtener una visión comprensiva de su realidad lo más amplia posible. Los problemas se ordenan a través de una lógica causal construyendo un árbol de problemas a partir de aquel que es identificado como principal o focal.

3. Análisis de objetivos En esta fase se reconvierte el árbol de problemas en un árbol de objetivos transformando la lógica causa-efecto de aquel, en una relación medios-fines. El objetivo de este paso es ofrecer una visión de la realidad que se espera alcanzar una vez resueltos los problemas identificados en el paso anterior, convirtiendo éstos en condiciones deseables y positivas.

4. Análisis de alternativas o discusión de estrategias La finalidad de este último paso es identificar en el árbol de objetivos las posibles opciones que puede presentar la intervención, definiendo, sobre la base de una serie de criterios preestablecidos (técnicos, económicos, institucionales, etc.), aquella que pueda ser ejecutada con mayores posibilidades de éxito partiendo de la perspectiva del grupo escogido como beneficiario en el análisis de participación. Hay que señalar que en los criterios utilizados para la selección de las alternativas no deberán excluirse en ningún caso el coste de la intervención, su impacto y viabilidad. Es importante señalar que este proceso analítico, que puede llevarse a cabo mediante un taller participativo, proporciona información básica para cumplimentar la Matriz de planificación y Constituye la base que dota a la misma de lógica y coherencia interna. La información recogida en toda esta secuencia analítica deberá ser incorporada, en los anexos del Documento de Formulación (en el caso de los árboles de problemas y objetivos) y ser incluida, además, en el apartado "Contexto y análisis de la situación".

    A partir de la realidad concreta y compleja. Los proyectos de las ONGs parten de las necesidades y su entorno. A la hora de ir precisando lo que se pretende hacer para solucionar esas necesidades e impulsar procesos de transformación, hay que cuidar la medición más exacta posible de esa realidad y sus coordenadas concretas. Esta evidencia, es conveniente reiterarla, con el fin de evitar que el proyecto responda a los deseos de algún "promotor" o instancia allegada, y, depurando otras posibles intenciones, fuera de las de los beneficiarios de la intervención. Para partir de la realidad hay que analizarla bien, destacando, en cifras precisamente lo que no hay, sus carencias, o dicho de otra forma, calcular las necesidades. Existen dos niveles de realidad interrelacionados que, han de ser analizados para mostrar la "justificación" del proyecto, la realidad inmediata -el conjunto de relaciones y actores directos-, y la realidad global -lo económico, social, cultural y político-. que condiciona a esas relaciones y actores como contexto. Con el fin de fijar actuaciones realistas y acordes con el contexto en las que el proyecto podrá basarse, sería conveniente tener en cuenta: - Las políticas sociales lugar o sector social en el que se pretende intervenir. - Las líneas de actuación de las distintas ONGS que trabajan en ese campo. - Los proyectos o actividades, si existen, relacionadas con el ámbito en el que se intervendrá. A partir de lo cual podrán establecerse las líneas básicas del futuro proyecto. Hay que tener en cuenta las diferentes posturas a la hora de interpretar la realidad. Pueden producirse distintas respuestas, en función del lugar que se ocupe, a las carencias, posibles soluciones y prioridades, siendo fundamental que exista consenso en la necesidad que origina el proyecto.

    De la realidad inmediata será preciso identificar bien las "medidas" exactas del colectivo que ha de ser sujeto -y posible objeto- del proyecto, así como los límites y alcances del espacio socio-económico y los tiempos en los que el proyecto puede realizarse De la realidad global será necesario llegar a conocer los flujos de fuerzas que condicionan -para bien o para mal- la situación física en lo infraestructural, la demográfica, la organizacional, la económica, la financiera, la política global y sectorial y la social y cultural, para ver qué conexiones tienen con lo que se vaya a plasmar en el proyecto.

    El cálculo de las necesidades. Entre todas las mediciones, la más compleja ha sido la medición de las necesidades, precisamente porque en todos sus cálculos hay que contar con el factor subjetivo y valorativo que acentúa la extensión e intensidad sentida de tal o cual necesidad dependiendo, incluso, de con qué "bien" vaya a ser cubierta. Pero no es sólo el factor de la subjetividad individual y colectiva el que puede dificultar e, incluso, distorsionar la cuantificación, sino el mismo hecho de cuantificar y cualificar la magnitud de lo necesario, ya que las necesidades han de ser catalizadoras del estímulo para el desarrollo del proceso de satisfacción de necesidades que es el proyecto. Por ello si la medición no se calcula y usa correctamente, es muy difícil que se logren todas las funciones que, en el desenvolvimiento posterior, debería cumplir. La experiencia nos dice que las tendencias erráticas de la mayoría de los proyectos que no se ajustan a lo previsto, son consecuencia de un cálculo desfasado de las necesidades (no es raro que se "estimen" a ojo, decidido por olfato o "intuición"; o en consulta/entrevista directa a la población de afectados que, como es lógico, la subjetivizará al tamaño de sus deseos y expectativas).

    Valorar / medir los recursos internos. Es el segundo momento intenso de la identificación, dada la infravaloración que, corrientemente se ha hecho de esos recursos propios. La mayoría de los proyectos están buscando el fortalecimiento, crecimiento y obtención de rendimientos óptimos de los recursos materiales, financieros u sobre todo técnicos y humanos con los que cuentan estos grupos y que la aportación externa se  incardine en ese horizonte. De ahí la importancia que tiene una correcta medición y valoración de los recursos propios, para identificar y diseñar el proyecto sobre bases reales incorporando tanto los que estén en activo como los potenciales que puedan sumarse en el proceso. Desde una perspectiva idealizada cabría decir que es necesario calcular esos recursos en sí mismos, sin la expectativa de que vayan a venir de fuera los recursos financieros, humanos o técnicos; ya que la sola incorporación de ese supuesto distorsiona la valoración de los propios recursos y propicia la sustitución de los propios por los externos, lo cual repercute a la baja los cálculos de todas las potencialidades internas, que son, precisamente las que es necesario desarrollar.

    De entre los recursos a medir los más delicados son los técnicos y los humanos, sin olvidar el papel básico del cálculo de los recursos físicos y materiales que sufragarán la mayor parte del proyecto. Sobre el cálculo del dinero, en la mayoría de los proyectos es una cuestión fundamental estudiar su uso e influencia en los flujos económicos de los beneficiarios y su entorno. Es muy difícil prever lo que vendrá, pero es obligado saber con qué se cuenta. En esa medición de los recursos técnicos y humanos, cada vez más, se hace necesario calcular correctamente el nivel de conocimientos, habilidades y uso de los instrumentos técnicos, máquinas, herramientas, etc. Más compleja suele ser la medición y previsión de la utilidad y capacidad del recurso humano en todos sus componentes. Ese factor en la mayoría de los proyectos será ineludible, pues, la valorización de él, incluso a precios de mercado laboral, será un elemento clave para la cuantificación monetaria global del proyecto y de la aportación que la ONG y/o beneficiarios harán al monto total.

    Cálculo del desajuste entre recursos calculados, necesidades estimadas y expectativas previstas. El estudio comparado entre los tres niveles; necesidades, recursos y expectativas, constituirá el núcleo generador del futuro proyecto. La medida del desajuste entre necesidades y su posibilidad de satisfacción a través de los recursos propios será la que origine la demanda de recursos externos, que puedan cubrir las expectativas que definan los objetivos del proyecto. Estamos en el esbozo del diseño del proyecto. Ese análisis inicial no es fácil; requiere un cierto cálculo técnico y experiencia, conviene lograr un grado de aproximación suficiente para que los sucesivos cálculos no resulten desmesurados. De nuevo el factor subjetivo puede jugar una mala pasada al incorporar las expectativas de una desmesurada financiación externa, en las previsiones. En la correcta valoración de ese desajuste se apoyará la medición de los recursos exteriores y su naturaleza -teórica, financiera, humana...-; pero, lo que es más importante, según sean los criterios de valoración que se apliquen sobre los desajustes y de la importancia que se atribuya a los recursos externos en comparación cuantitativa y cualitativa con los propios condicionará la viabilidad del proyecto. Este momento de la identificación ha de ejecutarse con el máximo de precisión; y del resultado han de ser absolutamente conscientes, al menos los responsables del proyecto futuro; ellos no pueden ni deben ser engañados, pues han de tener capacidad de gestión de esos recursos y de maximización de sus rendimientos. Sin ello no hay verdadero proyecto; habrá otra cosa, aunque con ella se obtengan recursos financieros y se gasten. La experiencia de los últimos años en los que, de alguna manera, ha abundado la oferta de financiación externa, ha influido decisivamente en la tipología y envergadura de los proyectos y en la composición de la proporcionalidad entre recursos externos/internos; así como en los niveles de la dependencia respecto a la administración,  y en el surgimiento de un sector social especializado en "gerenciar" proyectos fuertemente subvencionados sin la base social necesaria para incidir en la transformación de la realidad de los beneficiarios.

    Valoración integrada de todos los factores de producción y sus correspondientes herramientas. Es el final de este momento interno en la identificación y el comienzo de la definición del proyecto como unidad de intención y de ejecución. El espacio socioeconómico; la población y sus necesidades; los agentes y sus funciones; los recursos y posibilidades; todo ello, hechos factores de acción conjunta, constituyen los elementos para el acotamiento del proyecto y su completa identificación. Entre todos esos factores va a destacarse la dirección y gestión dentro de la ONG, que marcarán el diseño del proyecto.

    Focalización como herramienta de gestión. La identificación se completa con un instrumento de gestión, válido tanto para proyectos como para programas, denominado focalización. Focalizar es concentrar los recursos disponibles en una población de beneficiarios potenciales, claramente identificada y luego diseñar el proyecto o programa con que se pretende atender un problema o necesidad. Se basa en la idea de segmentación de la población. Así, conociendo las características del segmento al que nos dirigimos, se le puede atender mejor y aumentar el impacto producido sobre la población beneficiaria. De esta manera se aumenta la eficacia de las políticas sociales y se evita que beneficien a quienes no va dirigido nuestro proyecto o programa. Supone, por tanto, un criterio de exclusión de aquellos a quienes no afecta la necesidad que hemos detectado. La focalización hace que se asignen mejor los recursos disponibles, que suelen ser escasos, y permite que se liberen parte de los mismos para destinarlos a otros fines. Posibilita un mejor diseño de los programas o proyectos, al hacer más precisa la identificación de las carencias a resolver y de quienes lo padecen. Por todo ello asegura una mejor solución a los problemas detectados y reduce el periodo de duración de la intervención. Se pueden distinguir dos criterios de focalización según se quiera identificar a individuos o ubicar a los beneficiarios en espacios geográficos. Optar por uno u otro, dependerá del tipo de problema al que nos enfrentemos y del proyecto al que se recurra para solucionarlo. La identificación de individuos se puede realizar mediante la selección de los indicadores que nos señalen quienes entrarían dentro de la población beneficiaria. Por ejemplo, si se va a llevar a cabo un proyecto de alfabetización, el indicador sería: "personas que no sepan leer ni escribir". La identificación de los beneficiados en espacios geográficos, se basa en la discriminación positiva. Los programas o proyectos se destinarían a los habitantes de zonas donde predomine la situación de necesidad detectada.

 

Fdo. Antonio J. Arias

Community Manager

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